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Mostrando entradas de agosto 23, 2011

“Has de pensar en tu vida, y pedir perdón”

Con serenidad, sin escrúpulos, has de pensar en tu vida, y pedir perdón, y hacer el propósito firme, concreto y bien determinado, de mejorar en este punto y en aquel otro: en ese detalle que te cuesta, y en aquel que habitualmente no cumples como debes, y lo sabes. (Forja, 115) Llénate de buenos deseos, que es una cosa santa, y Dios la alaba. ¡Pero no te quedes en eso! Tienes que ser alma –hombre, mujer– de realidades. Para llevar a cabo esos buenos deseos, necesitas formular propósitos claros, precisos. –Y, después, hijo mío, ¡a luchar, para ponerlos en práctica, con la ayuda de Dios! (Forja, 116) Mira tu conducta con detenimiento. Verás que estás lleno de errores, que te hacen daño a ti y quizá también a los que te rodean. –Recuerda, hijo, que no son menos importantes los microbios que las fieras. Y tú cultivas esos errores, esas equivocaciones –como se cultivan los microbios en el laboratorio–, con tu falta de humildad, con tu falta de oraci