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Mostrando entradas de mayo 4, 2011

“Con María, ¡qué fácil!”

Antes, solo, no podías... –Ahora, has acudido a la Señora, y, con Ella, ¡qué fácil! (Camino, 513) Los hijos, especialmente cuando son aún pequeños, tienden a preguntarse qué han de realizar por ellos sus padres, olvidando en cambio las obligaciones de piedad filial. Somos los hijos, de ordinario, muy interesados, aunque esa conducta -ya lo hemos hecho notar-, no parece importar mucho a las madres, porque tienen suficiente amor en sus corazones y quieren con el mejor cariño: el que se da sin esperar correspondencia. Así ocurre también con Santa María. (...) Han de dolernos, si las encontramos, nuestras faltas de delicadeza con esta Madre buena. Os pregunto -y me pregunto yo-, ¿cómo la honramos? Volvemos de nuevo a la experiencia de cada día, al trato con nuestra madre en la tierra. Por encima de todo, ¿qué desean, de sus hijos, que son carne de su carne y sangre de su sangre? Su mayor ilusión es tenerlos cerca. Cuando los hijos crecen y no es pos