“Saberse vencer todos los días”
No es espíritu de penitencia hacer unos días grandes mortificaciones, y abandonarlas otros. Espíritu de penitencia significa saberse vencer todos los días, ofreciendo cosas –grandes y pequeñas– por amor y sin espectáculo. (Forja, 784) Pero nos acecha un potente enemigo, que se opone a nuestro deseo de encarnar acabadamente la doctrina de Cristo: la soberbia, que crece cuando no intentamos descubrir, después de los fracasos y de las derrotas, la mano bienhechora y misericordiosa del Señor. Entonces el alma se llena de penumbras ‑de triste oscuridad‑, se cree perdida. Y la imaginación inventa obstáculos que no son reales, que desaparecerían si mirásemos sólo con un poquito de humildad. Con la soberbia y la imaginación, el alma se mete a veces en tortuosos calvarios; pero en esos calvarios no está Cristo, porque donde está el Señor se goza de paz y de alegría, aunque el alma esté en carne viva y rodeada de tinieblas. Otro enemigo hipócrita de nuestr